En un mundo donde cada vez más empresas trasladan a la Nube sus cargas de trabajo y, con ello, grandes cantidades de datos, hablar de Soberanía de Datos es un llamado a la responsabilidad.
Imagina una ciudad futurista; las calles y autopistas transmiten información a altas velocidades y esta data es almacenada en grandes rascacielos que los mantienen seguros y protegidos. Cada uno de estos edificios tiene un letrero en su fachada: unos dicen “México”, otros “Estados Unidos” o “Asia” y en algunos se lee “Unión Europea”.
Los letreros indican la ubicación física de la información almacenada. Esto, en el mundo real, se denomina Residencia de Datos y, por tanto, hace referencia a la ubicación geográfica donde se encuentran los datos.
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Ahora, imagina que, por cualquier razón (facilidad o en busca de más espacio, por ejemplo), los dueños de un edificio deciden almacenar información en otros rascacielos.
De aquí en adelante, esa información estará sujeta a las reglas del edificio que la custodia, lo cual abre la puerta a que terceros tengan acceso a la información, algo especialmente preocupante si se trata de datos personales.
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Hoy, los propietarios de estos edificios están construyendo, junto a firmas expertas, “búnkeres” donde la información está fuertemente protegida, y solo los propietarios de los datos tienen acceso a su información almacenada allí.
Esto, en el mundo real, se denomina Soberanía de Datos y hace referencia a que los propietarios de los datos tengan el control total sobre quién puede acceder a su información, lo que les permite mantener la privacidad y la seguridad de su información, cumpliendo con la siempre necesaria Residencia de Datos.
Así las cosas, hoy los propietarios de los datos deben ser conscientes de la ubicación física y el control de sus datos para garantizar la privacidad, la seguridad y la eficiencia del acceso a su información más importante.
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